Tráfico de
órganos, oscura realidad
. España,
enero del 2004.
A medida que
la medicina ha ido desarrollando las operaciones de transplantes de órganos, ha
evolucionado de forma paralela un negocio fraudulento: el tráfico de órganos,
que ocupa uno de los lugares más destacados dentro de las leyendas urbanas de
la sociedad.
El último
indicio de que este rumor es una realidad, tuvo lugar a principios del mes de
diciembre en Brasil. La Policía Federal Brasileña capturó a once personas que
conformaban una red de contrabandistas que vendían órganos en Sudáfrica a un
precio de 10.000 dólares. Brasil es uno de los principales escenarios donde se
efectúa esta práctica. Se ha verificado que el número de niños brasileños que
salen del país en adopciones internacionales no cuadra con el que se registra
en el extranjero. Parece ser que hay niños que 'se pierden' y no aparecen.
Los países
donantes de órganos ilegales son principalmente los países pobres. Son muchos
los lugares de América Latina que registran casos de desaparición de personas y
posterior aparición con órganos extraídos. Argentina, Honduras y Perú son
ejemplos de ello, como asegura la Asamblea Permanente de Derechos Humanos de
Bolivia, que también se incluye en la lista de países afectados.
Determinadas
mafias de Europa del Este también han encontrado en este negocio un modo de
sustento. En octubre de 2003, dos médicos checoslovacos fueron condenados a
seis y ocho meses de prisión por robar órganos a cadáveres para proceder a su
posterior venta. Países asiáticos como Filipinas, Tailandia o India también
recogen múltiples denuncias.
Muchos
gobiernos y organizaciones nacionales de transplantes niegan estas prácticas y
las tachan de rumores sin fundamento. Sus argumentos se basan en el corto
tiempo en el que un órgano puede permanecer fuera de un cuerpo humano: máximo
seis horas. Pero no son conscientes de que en realidad no se traslada el
órgano, sino a la persona portadora del órgano donante o a la persona que lo va
a recibir.
También se
basan en que la mayoría de los casos de personas que desaparecen son niños, y
sus órganos sólo son válidos para otros niños, no para personas adultas. Esto
es cierto, pero también lo es que la desaparición de un niño puede ser más
llamativa porque hay unos padres que le echan en falta, no así como a una
persona adulta que puede no tener familia, vivir en la calle y a la que nadie
reclamará. En Turquía, en diciembre de 2000, el Ministerio del Interior
distribuyó una nota circular en todas las comisarías informando de que esta
práctica era real y que había que prestar especial atención a los barrios más
pobres.
El tráfico de
órganos también se mercantiliza en Internet. El servidor chino Netease vende
pulmones, riñones y córneas. El origen, desconocido. Pero la pena de muerte
instaurada en el país podría dar explicación al destino de parte de estos
órganos. Hace pocos años un funcionario de prisiones de la provincia china de
Liaoning denunció que hospitales, policías y tribunales se ponían de acuerdo
para que coincidieran las ejecuciones con las operaciones previstas.
La razón de
que los gobiernos nieguen esta práctica se encuentra en que no se quieren
generar polémicas por noticias negativas sobre los transplantes. Temen que si
salen referencias de este tipo o se producen detenciones las donaciones
altruistas de órganos disminuyan. Deberían pensar, en cambio, que las
donaciones se pueden impulsar con acciones para sensibilizar a la sociedad.
El tráfico de
órganos es una de las actividades más ruines que existen. Lasas mafias que
operan en este campo efectúan todo tipo de acciones: secuestros, asesinatos,
robos de cadáveres... todo vale para enriquecerse. Además, se sigue fomentando
la desigualdad ya que, la salud, derecho universal de todas las personas, sólo
se encuentra en manos de aquéllos que pueden permitirse el lujo de pagar lo que
sea por comprar el órgano que necesitan.
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